En la
población de Tormos, destacó la insigne persona de D. Joaquín Ballester Lloret,
hijo del abogado D. José Joaquín Ballester Mut y de Felipa Lloret Marco. Nació
en Tormos un 14 de diciembre de 1865. fue bautizado al día siguiente 15 de
diciembre y falleció el 1 de marzo de 1951 en Gandia. En su partida de bautismo
consta con el nombre de Joaquín Luis
Mariano y describe:
"En el lugar de Tormos, anejo a
Ráfol de Almunia, provincia de Alicante y Arzobispado de Valencia, a los 15
días del mes de diciembre del año de mil ochocientos sesenta y cinco; yo Don
Salvador Mut, vicario de esta iglesia de San Luis Beltrán, bautice solemnemente
a un niño que nació ayer a las siete horas de la mañana, hijo legítimo de Don
Joaquín Ballester, natural de Tormos, y Doña Felipa Lloret, de Valencia,
consortes y vecinos de Valencia. Abuelos paternos: Bartolomé Ballester, natural
de Tormos, y Josefa María Mut de Sanet, consortes y vecinos de Tormos; maternos
Don Felipe Lloret, natural de Gandia, y María de los Desamparados, de Valencia,
consortes que fueron. Se le pusieron nombres Joaquín Luis Mariano, y fue
padrino el abuelo materno, a quien provine el parentesco espiritual y
obligaciones que por él contrae.
Siendo testigos Don Severino
Ballester y Vicente Ballester, naturales y vecinos de Tormos. Y para
que conste, extendí y autorice la presente partida en el libro de Bautismos de
dicho día, mes y año. Salvador Mut, presbítero"
Quinque Libri de Tormos 1860-1929, Tomo 4, pág. 53, núm. 23.
D. Joaquín Ballester fue una persona
que realizó diversas facetas tan dispares como las de político, defensor de
los obreros, activista social, agricultor, empresario, economista, mendicante
voluntario, benefactor incansable, mecenas e incansable luchador contra la usura
para favorecer el ahorro de los más necesitados. Sin desmerecer su gran faceta
de cofundador de Fontilles, porque la construcción del Sanatorio San Francisco
de Borja de Fontilles fue una iniciativa pionera en su tiempo para dar
respuesta a la terrible enfermedad de la lepra que afectaba a las personas en
nuestra tierra.
De muy joven se trasladó con su
familia a la población de Gandia donde cursó sus estudios básicos en el colegio
de los Escolapios hasta los diez años, trasladándose posteriormente a Valencia
donde completó su formación básica y bachillerato en lo que
actualmente es el Instituto Luis Vives. Después continuaría sus estudios
universitarios hasta la obtención de la Licenciatura de Derecho.
Durante sus años de estudiante en la
Universidad de Valencia conocería al jesuita Antonio Vicent Dolz, padre del
movimiento social cristiano con el que colaboró. De esta colaboración con el
jesuita castellonense supuso el inicio de Joaquín Ballester con una dilatada
trayectoria dentro del catolicismo social.
Describe D. José Luis Orella
Martínez –doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Deusto,
Profesor agregado de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo-CEU de
Madrid, y autor de varios libros de historia y pensamiento–, que el catolicismo
social agrario en España se desarrolló a iniciativa de sacerdotes y pioneros
del catolicismo europeo, agrupando a pequeños agricultores y proporcionándoles
una serie de servicios que impidió su proletarización. El éxito de esta organización, sirvió
como posterior soporte a otras iniciativas asociativas como la prensa o la
representatividad política. La importancia del catolicismo social en España
impidió el éxito de un totalitarismo de signo fascista.
Al terminar sus estudios de derecho,
Joaquín Ballester de nuevo regresó a Gandia, iniciando gran relación en
proyectos vinculados al catolicismo social de las comarcas de la Safor y
de la Marina Alta de Denia, estableciéndose desde 1894 una gran relación de
amistad con el jesuita Padre Carlos Ferris Vila natural de Albal
(Valencia).
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P. Carlos Ferris Vila |
De esta relación, propiciaría que
durante su trayectoria en la población de Gandia colaborara en la creación del
Círculo Obrero Católico de Gandía y en su comarca natal de la Marina Alta. Y
junto a su compañero y amigo el Padre Carlos Ferris Vila, fueran los ideólogos
y promotores de la construcción y fundación del Sanatorio de Fontilles.
El 23 de abril de 1900 junto al
Padre Ferros, intervino en la fundación de la Caja de Ahorros y Monte
de Piedad de Gandía, iniciando su actividad con un capital de 13.500.- pesetas.
A partir de 1903, Joaquín Ballester participará intensamente en la creación de
sindicatos católicos y cooperativas para los trabajadores y agricultores que
apenas ganaban para sobrevivir, creando a su vez en las mismas cooperativas
unos depósitos de abonos, con la finalidad de que los labradores no tuvieran
que hipotecar previamente sus cosechas para poder pagar los abonos, ya que les
aplicaban unas cargas e intereses excesivos.
En
este mismo año de 1903, se constituiría en el 2003 la Caja de Socorro, que
posteriormente en 2005 recibiría el nombre de Caja de Crédito Popular, así
como el Gremio de Labradores. Y como buen labrador potenció el alumbramiento de
pozos en las zonas agrícolas. En el 2005 se constituyó la Unión Católica
Gandiense de la cual fue nombrado presidente. En ella estuvo animando a los
labradores a comprar las tierras que trabajaban. Ya que, pagando el doble del
arrendamiento, la propiedad de las tierras sería propiedad de ellos 15 años
después. Y en 1930 el Patronato de Acción Católica de la Sagrada Familia para
Obreros, etc.
Durante la dictadura del General
Miguel Primo de Rivera, Joaquín Ballester fue nombrado a finales de 1923 primer
teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gandia, confiándole el cargo de
concejal de Hacienda y Fiestas. Al integrarse como edil del Ayuntamiento, y
encargarle la gestión de las finanzas, encontró en caja al inicio de su mandato
463.- pesetas y su máxima preocupación desde ese primer momento, fue el cómo
eliminar la deuda municipal a corto plazo que imperaba en esos momentos.
 |
Ayuntamiento de Gandía 1936 |
En 1924, por motivos de salud dimite
el alcalde de Gandia D. José Iranzo Rodríguez y en la sesión plenaria celebrada
el 8 de julio del mismo año es nombrado Alcalde Joaquín Ballester por 13 votos
de los 16 posibles, encabezando la corporación municipal de Gandia hasta el 22
de febrero de 1926. Durante su corto periodo al frente del Ayuntamiento de
Gandia, atacó la blasfemia, la subcultura y proyectos de dudosa moralidad.
Igualmente, una de las mayores
preocupaciones del nuevo alcalde fue la de impulsar numerosos proyectos como la
mejora del camino de Gandia al Grao, su ampliación y empedrado convirtiéndolo
en una carretera, pues este camino soportaba un intenso tránsito de
camiones cargados de naranjas, pues en época de lluvias se formaba en la misma
un lodazal debido a que Gandia distribuía naranjas a toda España y también
exportaba al extranjero por vía marítima.
Con la finalidad de realizar el
proyecto descrito, el alcalde D. Joaquín se desplazó a Madrid con el objeto de
entrevistarse con el ministro de Obras Públicas, el ingeniero de caminos
canales y puertos D. Rafael Benjumea y Burin, Conde de Guadalhorce, para
pedirles una mejora sobre la carretera antes mencionada. Pocas semanas después
vio culminada su negociación al ver publicado en el periódico la Gaceta, el
anuncio del adoquinado o empedrado de la anteriormente mencionada carretera de
Gandia al Grao.
Pocas fechas después, de nuevo
volvería a Madrid para pedir la mejora del ferrocarril de vía estrecha de
Carcagente a Denia por Gandia. Ferrocarril que había comenzado a funcionar como
un tranvía con tracción animal en España en 1864 y tras un largo proceso en el
que las concesiones del ferrocarril cambiaron sucesivas veces de empresarios,
en 1884 se realizó la prolongación hasta Denia ya como un ferrocarril
convencional de tracción a vapor con un ancho de vía de un metro.
Percibiendo ya el alcalde las nuevas
innovaciones que se estaban alcanzado el ferrocarril, en 1925, aprovechó los
viajes que realizaba a la capital para solicitar de nuevo su actualización y
cambio por el ferrocarril de vía ancha. Estuvo negociando insistentemente de
despacho en despacho el proyecto de mejora del mencionado tren durante bastante
tiempo, pero no llegó a lograrlo.
El descrito ferrocarril de vía ancha
no llegaría a Gandía hasta el año 1972. Pero lamentablemente, la prolongación
de vía estrecha de Gandia, Oliva, Molinell, Vergel, Palmar, Dénia, después de
90 años de funcionamiento, dejó de existir el 10 de febrero de 1974.
Con referencia al tema urbanístico
de Gandía, D. Joaquín proyectó y realizó nuevas aceras en la población, así
como la realización de una gran fuente en el Paseo de Germanías. Y con un bajo
presupuesto efectuó un nuevo alumbrado público. Su siguiente objetivo fue el
alcantarillado, proyecto que se construiría mucho más tarde.
 |
Paseo Germanías |
 |
Acuarela de la Fuente Paseo Germanías |
Con relación a la gestión del
alumbrado anteriormente mencionado, D. Joaquín tuvo una enorme alegría al
recibir una carta del entonces Director General de la Administración, D. José
Calvo Sotelo, en la que decía:
“Hay
detalles como el del ahorro en el alumbrado eléctrico, que constituyen por si
solos, el mayor elogio, así como el acto de rendir cuentas espontáneamente de
las gestiones realizadas, revela de un lado, la legitima satisfacción de los
administradores fieles al mandato recibido, y de otro, al respeto debido al
pueblo que rigen”.
En 1925, propiciada por la
conspiración y primer complot de golpe de Estado organizado por el coronel de
caballería Segundo García García, el conde de Romanones, así como el político
Melquíades Álvarez –presidente de la Cámaras que habían sido clausuradas–.
Golpe de Estado que fracasó en su intento de poner fin a la Dictadura de Primo
de Rivera, restablecer la Constitución de 1876 y convocar a las Cortes
suspendidas en 1923.
Este trance, provocaría que la
situación política empezara a complicarse, presentándose a primeros de 1926 en
el Ayuntamiento de Gandia un delegado de Gobernación, que el 22 de febrero
destituyó en bloque a toda la Corporación Municipal del Ayuntamiento,
nombrando un nuevo equipo de gobierno más acorde con las ideas políticas del
momento. Cesado Joaquín Ballester como alcalde de Gandia, finalizaría su
trayectoria con la conciencia tranquila, pues al inicio de su mandato encontró
la caja municipal prácticamente vacía y al ser destituido entregó a su sucesor
la no despreciable cantidad de 107.489 pesetas, con 24 céntimos después de
realizar los proyectos anteriormente descritos. La gestión
de Joaquín Ballester al frente del ayuntamiento, destacó por su
integridad y entrega personal, así como persona de intachable lealtad e
incansable negociador.
Liberado de sus cargos públicos al
frente del consistorio, en el plano profesional Joaquín Ballester se centró en
Fontilles y la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Gandia y sus
sucursales. Estuvo en todo momento al servicio de los pobres y enfermos,
defendiendo a los trabajadores de la usura de la burguesía que a duras penas
ganaban para sobrevivir y especialmente a los labradores, cuya vida y penuria
conocía perfectamente debido a sus orígenes.
Fundación de Fontilles
El inicio de Fontilles hay que
situarlo durante los días en que para cumplir una disposición testamentaria del
mayorazgo D. José Joaquín Ballester Mut, se celebraban los sermones y cultos en
honor del Sagrado Corazón en el pueblo de Tormos, disposición que su hijo
Joaquín Ballester Lloret cumplía fielmente todos los años.
En
el año 1901, el encargado de predicar fue su entrañable amigo el Padre Ferris.
Y en la noche del 15 de diciembre, estando cenando en casa de Joaquín, mientras
conversaban el padre Ferris escuchó unos sollozos y lamentos que provenían de
la casa contigua que le conmocionaron, lamentos que Joaquín ya los había
escuchado antes pero no hizo ningún comentario, aunque el padre Ferris se
estremeció y preguntó que era aquello, Ballester le contó que se trataba de un
vecino enfermo de lepra de nombre Bautista Perelló que vivía sólo y marginado
en la casa contigua a la suya.
Su vecino Bautista estaba
imposibilitado y vivía tan solo que él mismo tenía que lavarse la ropa, guisar
la comida y muchas veces aguardar para beber un poco de agua a que un viejecito
del pueblo llenara el cántaro que el mismo Bautista dejaba arrimado junto a la
puerta de su propia casa. Muchas veces le dejaban un poco de leña en la calle y
nadie tenía el valor de entrárselos en casa por miedo a contagiarse. La lepra
le había hecho tantos estragos en el cuerpo, que hacía años que no se
relacionaba con nadie. Lamentablemente aquella era la suerte que corrían todas
las personas que contraían la temible enfermedad.
 |
Casa de Tormos de D. Joaquín Ballester Lloret, primeros siglo XX |
Con relación al contagio y
reproducción de la enfermedad de la lepra, el doctor Juan Bautista Poquet
en 1879 realizó en la localidad de Parcent un informe en el que describía, que
en su humilde juicio la llegada en 1850 a esta población de un vecino de Sagra
(perteneciente al distrito de Pego) estaría en el origen de que la lepra se
hubiese propagado en una gran parte del pueblo. Otro informe referido a la
población de Pedreguer, elaborado por el licenciado n Medicina y Cirugía
Salvador Calatayud Cabrera, en el que afirmaba tener identificados 74 casos de
lepra en la citada localidad y que ya habrían muerto 57 leprosos desde 1810.
Así pues, al analizar ambos el
rechazo social que provocaban los enfermos de lepra, hizo que tomaran
conciencia de la necesidad de ayudar a los leprosos y tomar la firme
determinación de buscar una solución a esta terrible enfermedad que asolaba las
tierras levantinas en esa época.
La primera decisión que tomaron fue
la de iniciar rápidamente consultas con instituciones científicas, políticos y
médicos entre los que se encontraba el médico dermatólogo y leprólogo Mauro
Guillén Comín (1876-1932) representante del Instituto Médico
Valenciano, quien posteriormente sería el primer Director Médico de
Fontilles.
A partir de ello y con la firme
disposición de construir un sanatorio para paliar el dolor y exclusión
manifestada sobre los leprosos, se creó un comité organizador para localizar el
espacio adecuado que reuniese las condiciones sanitarias idóneas señaladas por
los médicos e instituciones. Lo primero que realizaron fue constituir una
asociación o Patronato con los poderes necesarios para llevar a cabo dicha
iniciativa.
En enero de 1902 se constituyó la
junta organizadora del futuro Sanatorio San Francisco de Borja para leprosos.
El miércoles 22 de abril, tuvo lugar en la casa social de la Unión Católica
Gandiense la primera reunión constituyente del Patronato de Fontilles, sesión
importante porque ponía fin a la provisionalidad del último año y activaba la
normalidad estatutaria. Entre los puntos a tratar, estaba la elección de los
directivos de la junta general y de gobierno, la sesión estuvo presidida por el
arcipreste de Gandia, Miguel Belda Ferrer, además contó con la presencia de 14
patronos y la representación delegada de otros catorce.
Tras la lectura de los Estatutos, se
pasó a elegir los miembros directivos de las Juntas General y de Gobierno, que
lo fueron por aclamación. De este modo, la Junta General quedó formada por: presidente,
el arzobispo Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros; vicepresidentes,
Fernando Núñez Robres (marqués de Montortal) y Enrique Trénor Montesinos (conde
de Montornés); secretario, Leopoldo Trénor y Palavicino; y vicesecretario,
Joaquín Rodríguez de Valcárcel y de León (conde de Pestagua).
Para la Junta de Gobierno se eligió
como presidente honorario a Miguel Belda Ferrer (arcipreste de la Iglesia
Colegiata de Gandia), y como presidente efectivo a Juan Vallier y García
Alessón; vicepresidente, Joaquín Ballester Lloret; tesorero, Vicente Sáenz de
Juano y Rignón; vicetesorero, Ramón Rovira Orlandis; secretario, Luis García
Guijarro; vocales, Francisco Gómez, Fernando Núñez-Robres y Galiano, P. Carlos Ferris,
y Carlos Corbí Orellana; arquitectos, Joaquín Belda y Manuel Peris Ferrando; y,
finalmente, como médico, Jaime González Castellano. Durante años sería Gandia
la sede del Patronato y el principal centro de decisiones, pues no en balde en
la ciudad ducal residían el padre Ferris –en el palacio del Santo Duque,
colegio y noviciado de los jesuitas–, Joaquín Ballester y un buen número de
miembros del grupo impulsor.
Elaborados los estatutos del futuro
Sanatorio para leprosos, durante los días 19 y 20 de noviembre fueron aprobados
por el Gobernador Civil de Alicante y el arzobispo de Valencia. En los 18
artículos más uno adicional de los Estatutos para el régimen y gobierno del
Sanatorio de leprosos de San Francisco de Borja, se fijaba la personalidad
jurídica de la institución. En ellos, se apuntaba la posibilidad de crear uno o
varios establecimientos para asistir a los enfermos de lepra; se atribuía al
patronazgo la dirección y administración por medio de una Junta de Gobierno; se
dejaba constancia de las tres fuentes de ingresos, es decir, las cuotas,
donativos, subvenciones de corporaciones públicas y las limosnas o legados de
particulares; se determinaban las condiciones legales para ser patrono, el
sistema de votación, los diferentes cargos de la Junta de Patronos. También se
señalaba la composición y funciones de la Junta de Gobierno, determinando la
población de Gandia como sede de la institución, etc.
En los Estatutos, se diferenciaban
dos niveles en el Patronato: como máximo órgano, aquellas entidades o
bienhechores que hubiesen contribuido con un donativo de al menos 1.000 pesetas
y, en un segundo nivel, la Junta de Gobierno, que por delegación dirigía y
administraba.
Con
la finalidad de localizar el espacio adecuado, visitaron numerosos
emplazamientos posibles en las zonas limítrofes de las provincias de Valencia y
Alicante. Pero en los primeros días de enero de 1903 siguiendo las indicaciones
de un labrador de la comarca, se encaminaron hacia la partida de Fontilles,
ubicada entre los términos de Murla y Laguar.
Para visitar la posible ubicación
descrita, al amanecer del día 9 salieron de la población de Beniarbeig, el
padre Ferris montado en un mulo con el ingeniero Luis Santonja Faus,
acompañados de unos mozos que llevaban los instrumentos necesarios para
demarcar las lindes. De camino, recogieron en Tormos a Joaquín Ballester y
prosiguieron la marcha por un terreno abrupto con cuestas y pendientes y tras
cruzar el cauce casi seco del Girona y subir la cuesta de la última montaña,
llegaron al sitio indicado.
El propio jesuita dejó escritas,
unas semanas después, sus primeras sensaciones:
Por lo que respecta a la ubicación del Sanatorio, después de un intenso año de búsqueda en las provincias de Alicante y Valencia, se eligió el termino Valle de Laguar, considerándolo como el lugar más apropiado, mas concretamente el Valle de Fontilles, situado a la entrada en una hondonada de unas 75 hectáreas del termino de Laguar, aproximadamente, junto al castillo de Azabras “Azaharas”. Aprobados los estatutos y determinado el emplazamiento, el proyecto entró en una nueva fase de labor propagandística, tan necesaria para la envergadura de lo que se pretendía realizar. Para ello, el entusiasta Jaime González Castellano aprovechaba un foro tan especializado como el XIV Congreso Internacional de Medicina, celebrado en Madrid a finales de abril de 1903, para presentar, en la Sección de Dermatología, una comunicación sobre la lepra y aludir al proyectado sanatorio de Fontilles.
 |
En primer lugar D. Joaquín Ballester y el Dr. Jaime Gonzalez Castellanos, médico
de Jávea, detrás, el Dr. Mauro Guillén, el P. Ferris y el arquitecto D.
Manuel Peris
Por
lo que respecta a la ubicación del Sanatorio, después de un intenso año de
búsqueda en las provincias de Alicante y Valencia, se eligió el termino Valle
de Laguar, considerándolo como el lugar más apropiado, mas concretamente el
Valle de Fontilles, situado a la entrada en una hondonada de unas 75 hectáreas
del termino de Laguar, aproximadamente, junto al castillo de Azabras
“Azaharas”. Aprobados los estatutos y determinado el emplazamiento, el proyecto
entró en una nueva fase de labor propagandística, tan necesaria para la envergadura
de lo que se pretendía realizar. Para ello, el entusiasta Jaime González
Castellano aprovechaba un foro tan especializado como el XIV Congreso
Internacional de Medicina, celebrado en Madrid a finales de abril de 1903, para
presentar, en la Sección de Dermatología, una comunicación sobre la lepra y
aludir al proyectado sanatorio de Fontilles.
Después de intensas gestiones, a medianos 1903 se iniciaron los trámites
para realizar una carretera que uniera el futuro sanatorio con la carretera de
Tormos a Orba –actual CV-715–, enlace necesario entre otras razones para poder
facilitar el acceso y abastecimiento del material para la construcción del
sanatorio.
A finales de julio ya se había tomado
nota de los propietarios afectados por el trazado de la mencionada carretera
para proceder a la compra de los terrenos, siendo Joaquín Ballester el que
empezó a negociar la tasación económica acompañado de dos peritos tasadores.
Uno de parte de la Junta de Gobierno y otro de los propietarios.
El escolapio y geólogo padre Leandro
Calvo –profesor de las Escuelas Pías de Gandia–, realizó un plano de las curvas
de nivel de cinco en cinco metros del emplazamiento, plano que abarcaba un área
de más de 730.000 m2. Todo quedó preparado para que la Junta de
Gobierno en su reunión del 22 de diciembre de 1903, autorizasen a su presidente
Juan Vallier y a su vicepresidente Joaquín Ballester, para que comprasen y
levantasen escritura pública de los terrenos necesarios.
La construcción de la mencionada
carretera de desde Fontilles a Tormos y Orba, se realizó bajo la dirección del
ingeniero Luis Santonja Faus de Beniarbeig. Pocos años después, con similar
objetivo y el propósito de mejorar, desarrollar e incrementar las
comunicaciones entre los pueblos de La Rectoría, en febrero de 1909 realizó una
incansable negociación con las autoridades provinciales y las municipales de
los pueblos de Tormos, Sagra, Ràfol d’Almunia, Benimeli, Sanet y Negrals y
Beniarbeig, proyectando construir una carretera (actual CV-729 de 8 metros de ancha) desde la población de Vergel a
Sagra a través de los pueblos de Beniarbeig y de La Rectoría, con el objetivo
de enlazarla con la carretera anteriormente descrita de Pego a Benidorm,
reemplazando de esta forma el camino existente.
La construcción del mencionado
Sanatorio de Fontilles, no estuvo exento de grandes problemas y dificultades,
pues el doctor Pedro Ruano Llopis de Ondara, el abogado y periodista de Pego D.
Camilo Pérez Pastor, así como un sector de vecinos de las poblaciones próximas,
se oponían a su instalación, pregonando que la instalación de un sanatorio de
este tipo en nuestra comarca, sería un foco infeccioso para los demás
conciudadanos.
Pero no sin arduas vicisitudes, el Sanatorio de San Francisco de
Borja de Fontilles se instituyó. Desde sus inicios, se pudo apreciar
el protagonismo que ostentaba el Patronato como titular del capital. Este
capital se reunió con las aportaciones de patronos, limosnas de numerosos
bienhechores y numerosos legados, algunos muy sustanciosos, como la masía del
doctor Manuel Zuriaga en Caudiel, el donativo de la Duquesa de Prim y la
herencia de Joaquín Ballester Lloret. La necesidad de recaudar recursos económicos llevó a la inauguración de la Caja de Ahorros de Pego en junio de 1905.
En 1906, el patronato o junta del
Sanatorio Nacional de San Francisco de Borja es declarado Institución de
Beneficencia Particular por la Real Orden de 12 de mayo de ese año.
La inauguración del Sanatorio San
Francisco de Borja es autorizada oficialmente por medio de la Real Orden de 7
de septiembre de 1908. Autorizándose la inauguración oficial para el 17 de
enero de 1909, festividad de San Antonio Abad.
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Fontilles 1917
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En enero de 1909, ingresaron los
nueve primeros enfermos en un sanatorio que entonces contaba con once
pabellones. Aunque hasta 1917, Fontilles no contó con personal médico
especializado, ejerciendo durante este espacio de tiempo el médico titular de
la Vall de Laguar o de las poblaciones vecinas, con un sueldo anual de 1000
pesetas al año, obligándose a realizar tres visitas semanales. En 1917, se contrataron los
servicios del dermatólogo valenciano Mauro Guillén Comín, que posteriormente
llegó a ser director. De igual forma, el también el doctor D. Tomás Mut Mengual
médico de Sanet, estuvo desempeñando el cargo de subdirector médico de
Fontilles, desde el 15 de febrero hasta el 31 de octubre de 1919.
Joaquín Ballester fue miembro fijo
de todas las juntas como cofundador y brazo derecho del padre Ferris, su
dedicación al sanatorio fue total en los primeros años, tal como prueba la
cuantiosa correspondencia que mantenía con el administrador de Fontilles, al que
dirigía, asesoraba e informaba de sus numerosas gestiones con personas e
instituciones. Siguió soportando la responsabilidad de llevar a cabo las
siempre arduas negociaciones con los propietarios de las tierras que rodeaban
al sanatorio. Ni siquiera se desvinculó de
Fontilles en los años 1916-1920 en los que estuvo participando activamente en
la dirección española del sindicalismo agrario católico en Gandia. Del mismo
modo se preocupó incansablemente del Sanatorio de Fontilles, con la
implantación de innumerables servicios y bienes para el mismo.
Igualmente, también el del padre Ferris formó parte de las diversas juntas de Gobierno como
fundador y activo propagandista de la institución, permaneciendo estrechamente
vinculado toda su vida al sanatorio. Sin embargo, los superiores de la Compañía
de Jesús nunca lo designaron como padre ministro del sanatorio al considerar
que no debía abandonar su labor pastoral por los pueblos, a los que se
desplazaba constantemente para las famosas misiones de la época.
La dirección de la institución fue
ejercida por Joaquín Ballester. Y hasta el decreto de disolución de la Compañía
de Jesús, los jesuitas ejercieron la dirección espiritual con el padre Ferris
al frente. De la atención personal de los enfermos se encargaban las monjas
franciscanas de la Inmaculada. En los años sesenta, estas monjas Franciscanas
formaban una comunidad de unas 25 religiosas, que con su trabajo callado y
proximidad cariñosa han sido el alma femenina de Fontilles. Pero esta situación
cambió en los últimos años ante la disminución de vocaciones y el aumento del
personal seglar.
Por motivos de salud el padre Ferris
se recluyó los últimos años de su vida en Fontilles, pero durante verano de 1924 al
empeorar su estado por causa de un cáncer de estómago fue trasladado a la
Residencia-Noviciado de los jesuitas de Gandia, donde falleció con 67 años de
edad el sábado 18 de octubre, siendo enterrado en el cementerio de Gandia. Años
después, un miércoles 2 de abril de 1930, sus restos fueron exhumados y
trasladados desde Gandia a Fontilles, donde recibieron sepultura a los pies del
altar de su iglesia, en atención a los deseos que él había expresados pública y
solemnemente en vida.
En la edición de la mañana del Periódico ABC, del 2 de
abril, pág., 32, se publicaría sobre el traslado de los rotos del padre Ferris
a Fontilles:
“Valencia
día 1, 3 tarde. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, se organizará una
comitiva para trasladar los restos por carretera al Sanatorio de Fontilles,
deteniéndose en todos los pueblos del trayecto, con especialidad en Oliva,
Vergel, Pego y Tormos...
…Presidirá
el señor arzobispo, y asistirán las diputaciones provinciales de Alicante y
Valencia...
…En el
acto de la inhumación pronunciará un discurso D. Leopoldo Trenor, presidente de
la Junta del Sanatorio, y varios leprosos leerán poesías...”
En su honor, Joaquín Ballester y la Junta de Gobierno del Patronato,
acordaron realizar en el recinto de Fontilles un monumento al cofundador de
Fontilles el Padre Carlos Ferris. En noviembre de 1925 colocaron la
primera piedra, a dicho acto asistiría el Arzobispo de Valencia Prudencio Melo,
varios alcaldes de la comarca y diversas personalidades de Gandia y Valencia.
Este acto fue bendecido por el mencionado Arzobispo de Valencia. Este
monumento concluiría en una estatua emplazada en la avenida principal de
Fontilles en honor de la insigne persona del Padre Ferris Vila.
Desde el padre Carlos Ferris, hasta
el padre Antonio Guillén, fueron muchos los jesuitas que en diversos cargos han
ofrecido lo mejor de sí mismos al servicio de los enfermos de Fontilles. La
colaboración de la Compañía de Jesús sirvió con fidelidad y entusiasmo
representando a la institución de Fontilles como cosa propia, aunque no era
suya. Algunos jesuitas comentaron, cuando llegue el día en que los cambios
inexorables aconsejen su retirada, la Compañía podrá hacerlo con la
satisfacción del deber cumplido.
Sin embargo, durante esos años no
era raro que la prensa alarmase a la población con noticias de fugas de
enfermos de diversas leproserías:
“Las
fugas de leprosos –informaba en una ocasión La Correspondencia de España– en
tratamiento de los hospitales, es cosa corriente y los motivos siempre iguales:
falta de alimentación y aburrimiento”
Aunque las escapadas fuesen
frecuentes no realizaban alarma popular. Pero debido a una publicación del
periódico El Luchador realizada el 3 de agosto de 1922 por causa de unas fugas
de enfermos del Sanatorio, en 1923 la Junta de Gobierno acordó la construcción
de una muralla que rodeara el sanatorio con la finalidad de evitar en lo
posible dichas evasiones. Esta muralla tiene unas medidas aproximadas de tres
metros de altura y 3.513 metros de longitud, su edificación finalizó
aproximadamente sobre el año 1931.
Con referencia a la lepra y el
Sanatorio de Fontilles, a primeros de junio de 1928, el Profesor de
dermatología José Sánchez Covisa, con ribetes de enfrentamiento personal y
profesional entremezclado con un trasfondo ideológico-político, leyó en su
discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina con el título de: El
problema social de la lepra en España.
Pero con la llegada de la República
y a secuelas de las constantes críticas del insigne Profesor José Sánchez
Covisa ya diputado de Cuenca por el Partido Radical Socialista, en 1931 las
relaciones entre el Sanatorio de Fontilles y la Administración Sanitaria
estatal, empezaron a deteriorarse. El
periódico ABC, en su edición de la mañana del 25 de mayo, pág. 38 publicó:
“Alicante
24, 9 noche. Ha visitado el Sanatorio de Fontilles el doctor Sánchez Covisa, en
visita de inspección, para comprobar la denuncia formulada por un enfermo sobre
el régimen del establecimiento. La opinión del doctor es que hay que cambiar
todo el personal que presta servicio, incluso el sacerdote. Se propondrá a la
Dirección general el nombramiento de nuevos funcionarios”
 |
Pabellón de Matrimonios 1932 |
No
obstante, los enfermos en Fontilles consiguieron crearse su propia sociedad,
podían trabajar, estudiar, muchos de ellos aprendieron allí a leer y escribir.
En su tiempo libre disfrutaban en el cine o montaban sus propias obras de
teatro, incluso tenían su propia orquesta, dirigida por el practicante Juan
Fayos que también vivía allí en Fontilles.
Con el tiempo surgieron los primeros
noviazgos entre enfermos y muchos de ellos acabaron en boda celebrada en la
propia Iglesia del Valle. Para ellos se habilitó un edificio denominado
“Pabellón de matrimonios”, donde disfrutaban de sus propios apartamentos
independientes para regocijarse de su vida en común. Muchos de los enfermos,
una vez sanados no han querido abandonar Fontilles y allí continuaron sus vidas.
Proceso de Incautación del Sanatorio
El 23 de enero de 1932, el Gobierno
de la República dictó un Decreto que en virtud del mismo quedaba
disuelta la Compañía de Jesús en España y, a pesar de que
jurídicamente los Jesuitas no tenían ninguna responsabilidad en el Gobierno del
Sanatorio de Fontilles tuvieron que salir del mismo. Además, debido a las continuas
críticas y denuncias vertidas sobre el Sanatorio en esas fechas, el 23 de
junio, D. Niceto Alcalá-Zamora presidente de la República y D. Santiago Casares
Quiroga ministro de la Gobernación, decretaron que Fontilles pasara a depender
del Estado a través de un Decreto Ministerial. Y durante este periodo de la
República, el sanatorio estuvo bajo la consideración de Institución
Sanitaria de carácter público y nacional, dependiendo de la Dirección General
de Sanidad.
Al asumir el Estado el mantenimiento
de Fontilles, las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada que estaban al frente
del cuidado e higiene corporal de los enfermos, fueron expulsadas y tuvieron
que abandonar la institución el 24 de junio. Pasando la Institución a
denominarse Sanatorio Leprosería Nacional de Fontilles, bajo la consideración
de Institución Sanitaria de carácter público y nacional.
Al también asumir el Estado el
sostenimiento financiero y material de la institución con cargo a los
Presupuestos Generales, se confiscaron todos los bienes y valores existentes de
la Institución, produciéndose el cese inmediato de la Junta del
Patronato, nombrando como director médico a Pablo Montañés, persona que ya
había estado el año anterior en Fontilles y que sería sustituido por García
Berasategui en 1933.
Transcurridos los años de la
República, en un artículo publicado en la revista Fontilles de diciembre de
1942, se razona sobre las causas que motivaron la reprivatización de Fontilles
a través del Decreto de 1932. En este artículo, se aseveraba que
las pesadumbres de Fontilles, habían empezado cuando se inició la persecución
sectaria y posterior disolución de la Compañía de Jesús en España y, al
atravesar durante la República un proceso de secularización, no era de extrañar
que Fontilles, lugar donde los Jesuitas habían desempeñado una labor
trascendental, tuviera que resultar afectado.
Todo este desorden, incautación,
confusión, saqueos, destrucción de la vida de paz y sosiego cristiano, culminó
con en el intento de profanación de la tumba del padre Ferris y la demolición
de su estatua, que, a raíz de dicho acto, se separó la cabeza del tronco de la
estatua.
Durante la Segunda República,
Joaquín Ballester fue uno de los mayores dirigentes provinciales de la Derecha
Regional Valenciana y candidato a Cortes en las elecciones de 1933. Pero debido
a estas circunstancias y a su relevancia dentro del catolicismo social en la
derecha católica valenciana, en 1935 creyó que los hechos descritos entrañaban
un potencial peligro para su integridad física, pues le amenazaron de muerte ¡Vamos a cortarte el cuello! en varias
ocasiones. Por lo que según consta en la redacción de un contrato privado de
compraventa extendido de su puño y letra con el empresario Vicente Ballester
Tur vecino de Tormos. El mismo Joaquín Ballester describe: que, temiendo por su
vida, decide marcharse o exiliándose por motivos personales ineludibles con la
familia y sirvientes a la localidad de Vila Viçosa (Portugal) que dista unos 40
Km. de Badajoz. En dicho contrato expone:
“...teniendo
que marchar a vivir al extranjero con la familia y sirvientes, vendo parte de
mis propiedades, para mis atenciones en el extranjero...”
En Tormos a quince de diciembre de
1935.
Firmado: D. Joaquín Ballester
Lloret, vecino de Gandía.
A primeros de mayo de 1936, su
hermana María se adelantó rumbo a Portugal con su sirvienta Concha. Las
acompañaba Pascual Arbona y una de sus hijas. Joaquín lo haría el 19 del mismo
mes.
Sin embargo, su otra hermana Margarita Felipa Ballester Lloret, monja
carmelita del convento de Denia se refugió en su casa natal de Tormos con otras
tres compañeras también carmelitas –Salvadora Gasset Muñoz, Rosalía Díez y
Avelina León González– que habían huido del convento al iniciarse el conflicto
ante la violencia anticlerical, así como dos hermanos escolapios, uno de ellos
el Padre Luís Ripoll Ginestar natural de Tormos, a todos ellos, el alcalde
de Tormos José Perelló Torrens fue el que los protegió frente a
quienes querían acabar con sus vidas en 1936.
Al terminar la contienda civil
española, –en mayo de 1939– Joaquín Ballester regresa de nuevo a Gandía y se
reincorpora a los cargos que tenía con anterioridad a julio de 1936 como
presidente de la Junta de Gobierno de la Caja de Ahorros de Gandía y en el
sanatorio de Fontilles.
Posteriormente, durante el
período comprendido entre los años 1939 y 1975 que correspondió a la
Dictadura del general Franco, fue un periodo político y social centrado en un
poder personal, con restricciones de las libertades públicas (partido único),
con una política social basada en el socialcristianismo y en el nacionalismo
económico inicial, formulado tanto por razones ideológicas como coyunturales,
volvieron de nuevo asumir la administración del Sanatorio los Jesuitas y los
cuidados e higiene corporal de los enfermos, las Hermanas Franciscanas de la
Inmaculada. Aunque en el año 2014, de nuevo tendrían que abandonar el Sanatorio
los Jesuitas y las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada.
En
diciembre de 1948, el Gobernador Civil de la provincia de Valencia D. Ramón
Laporta Giron lo condecora con la Gran Cruz de Beneficencia. Condecoración que
se creó por Real Decreto de 17 de mayo de 1856, para premiar a los individuos
de ambos sexos que en tiempo de calamidades públicas prestasen servicios
extraordinarios denominada “Orden de la
Beneficencia”. El objeto establecido de la condecoración consistía en
premiar a los particulares que en tiempo de calamidades públicas hubieran
prestado servicios extraordinarios en las circunstancias anteriormente
mencionadas.
Joaquín Ballester Lloret fallece el
1 de marzo de 1951 a los 85 años, siendo enterrado en Gandia y, al igual que lo
acontecido con su amigo el 28 de noviembre de 1952, sus restos fueron exhumados
y trasladados a Fontilles colocándolos junto a los del Padre Ferris fallecido
en 1924, reposando ambos bajo la misma lapida a los pies del presbiterio
de la Iglesia de Fontilles.
D. Joaquín fue un hombre de gran
convicción católica, emprendedor, perseverante, bondadoso, benefactor e
incansable luchador que vivió con la ilusión de hacer el bien al prójimo. Era
una persona entrañable para los que convivieron con él en la primera mitad del
pasado siglo XX de la vida valenciana. Aunque en la actualidad, solamente es
recordado en determinados círculos muy concretos.
Fue un hombre comprometido en el
catolicismo social agrario que se adelantó a su tiempo, que, desde su posición
de abogado, alcalde de Gandía, candidato a diputado en Cortes y con una enorme
fe en la Providencia, defendió siempre a los más necesitados y afrontó con el
padre Carlos Ferris, el tabú de la lepra tras escuchar una noche el sollozo de
un leproso cuando cenaban juntos en Tormos.
Dedicó grandes sumas de su peculio
personal a la causa de Fontilles, llegando incluso a mendigar de puerta en
puerta para conseguir recursos para sanatorio. Superó enormes dificultades,
rechazos, amotinamientos. Y hasta el final de sus días estuvo atendiendo a los
más necesitados, a ellos dedicó también sus últimas obras con la construcción
de casitas para obreros sin recursos en el Balneario de Benassal (Castellón) y
el preventorio de Nuestra Señora del Amparo en Gandía.
Nació rico en bienes materiales,
aunque vestía de madera modesta, se desplazaba siempre a pie, destacando por su
sencillez y afabilidad. Y murió pobre de solemnidad, cuando falleció no tenía
ninguna propiedad a su nombre ni ningún capital que dejar en herencia, pues lo
había dedicado íntegramente a sus sirvientes y a la causa de Fontilles. Pero
fue escrupulosamente fiel a la letra del Evangelio de San Marcos (10).
"Jesús
lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y
dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme"
Desde su muerte el 1 de marzo
de 1951 hasta nuestros días, desde las filas del catolicismo se ha pedido su
beatificación. Este proceso se inició el 20 de abril de 2003, día en que el
Arzobispado de Valencia monseñor Agustín García Gasco anunció la apertura de la
causa de canonización del que fuera alcalde de Gandía (Valencia) y cofundador
del Sanatorio San Francisco de Borja de Fontilles (Alicante). El acto de
apertura de la causa tuvo lugar en el Palacio del Santo Duque de Gandia el 21
de junio, según indicaron fuentes de Fontilles y de la delegación diocesana
para las Causas de los Santos.
En
un edicto firmado por el arzobispo monseñor Agustín García Gasco, se nombra el
tribunal diocesano que se encargará de instruir el proceso, presidido por el
juez delegado José Bellvís Cerdá. Igualmente, el prelado da instrucciones para
que «se proceda a la búsqueda de cuantos escritos sean o se atribuyan al siervo
de Dios Joaquín Ballester, y a citar como testigos a todos aquellos que tengan
alguna noticia que aportar».
Hecho destacable y digno de reseñar
entre 1987-1995, a petición de D. Joaquín Riera Perelló, alcalde y presidente
de la junta de Gobierno del Ayuntamiento de Tormos, se acordó por unanimidad establecer el
nombre de D. Joaquín Ballester Lloret a la calle donde estaba situada la casa
natal de tan insigne hijo de Tormos y colocase una placa conmemorativa en la
fachada de la misma.
La leprosería de Fontilles en 1902
en el término alicantino de Vall de Laguard, es el único sanatorio de Europa que
actualmente sigue dedicado a la atención de leprosos.
- En el Archivo de Fontilles se conservan unas hojas cosidas con anotaciones de los pagos quincenales hechos a los trabajadores de la carretera (con listado nominal de éstos). Entre la primera anotación (de 23/noviembre/1903) y la última (de 10/julio/1904), cada quincena suponía un importe que oscilaba entre 850 y 1.100 pesetas en jornales. Entre dichas fechas, según las anotaciones contables de Ballester, la construcción de la carretera (entre expropiaciones y jornales) supuso un gasto aproximado de 48.806 pesetas.